Hola chavos.
Para el día de hoy voy a mostrarles un video, ahí les presento la clase y les indico lo que van a realizar. Deben tomar en cuenta que en esta clase son los conceptos básicos, más adelante veremos casos especiales. Saludos
La liga es:
https://youtu.be/QBjFxec9pW4
VANGUARDIA POÉTICA
miércoles, 6 de mayo de 2020
viernes, 17 de abril de 2020
Guion de radio
Hola chavos.
Para esta sesión, analizarás la presentación, incluye tres links de videos muy cortos que tienes que revisar. Es muy importante que veas el último video, ya que incluye la parte técnica y la parte literaria que utilizarás en la siguiente actividad. Estaré en línea durante la clase. Buen día
Links que aparecen en la presentación.
Una breve historia de la radio https://www.youtube.com/watch?v=V56_P20Xh3U
La radio ha evolucionado adaptándose https://www.youtube.com/watch?v=VY6GCnIceas
Partes de un guion https://www.youtube.com/watch?v=TGLYdNUIsDo&t=57s
domingo, 29 de marzo de 2020
El resumen
Hola chavos. Por favor ingresen a este link para que puedan ver el video. https://www.youtube.com/watch?v=HovdgdluGAU
miércoles, 18 de marzo de 2020
Los Tarahumaras
Los Tarahumaras se asientan en la Sierra Madre Occidental, atravesando el estado de Chihuahua. Han sido reducidos a un pequeño territorio y menospreciada su cultura. Revisa este video con los datos más relevantes de esta etnia y realiza un resumen en tu cuaderno, donde incluya al menos cuatro puntos básicos e indica el tema y la idea central. Toma foto del trabajo final y envíala.
martes, 9 de junio de 2015
Comedia en un acto
Les dejo la interesante comedia de Emilio Carballido "Las ruinas", comedia en un acto
PERSONAJES:
LAS RUINAS
Lolita
Pepe
Lola
Ramón
Es de noche, la escenografía quedará indicada de la manera que resulte más cómoda al director y al escenógrafo. Son unas ruinas indígenas cerca de un pueblo. Relativamente visibles hay varios letreros: ESTAS RUINAS SON PROPIEDAD DE LA NACIÓN, HORAS DE VISITA, DE ONCE DE LA MAÑANA A CINCO DE. LA TARDE, ENTRADA $ 2.50… Escuchamos el ruido de un automóvil que se detiene y unas portezuelas que se abren y se cierran. Entran Pepe y Lolita, son muy jóvenes y van bien vestidos, con ropa de viaje. Los vemos acercarse a las ruinas, con una linterna en la mano.
LOLITA.—(Con un gesto de disgusto) Pepe, aquí no es el hotel.
PEPE.—(Dulce, quiere darle una sorpresa) Claro que no, reina. Fíjate bien en lo que es.
Le da la linterna.
LOLITA.—(Después de echar una ojeada) Son unas casas viejas, aquí no vamos a poder dormir.
PEPE.—(Riendo, muy comprensivo) No, mi amor. No son unas casas viejas. Pon atención.
LOLITA.—(Un poco impaciente, después de mirar de nuevo) ¿No? Pues yo en este hotel no quiero quedarme. Tú me dijiste que íbamos a uno muy bonito. (El ríe, ella ilumina uno de los letreros) ¡Dos cincuenta! Yo nunca he entrado en un hotel de ese precio. (Ve el otro letrero, él ríe a carcajadas) Además, parece que no es hora de entrar. ¿De qué te ríes?
PEPE.—Lolita, son unas ruinas, las más recientemente descubiertas por nuestros arqueólogos. Son ya famosas. En el Times de la semana pasada…
LOLITA.—(Alarmada) ¡Ruinas! ¿Y vamos a dormir aquí?
PEPE.—No, Lolíta, pero las fotos que yo vi estaban tomadas de noche y eran lo más hermoso del mundo, lo más apropiado para pasear a la luz de la luna.
LOLITA.—(Muy decepcionada) Pero… (Busca en el cielo) ¡No hay luna, Pepe! Si apagamos la linterna no se ve nada.
PEPE.—(Contrariado) Debería haberla. Yo consulté el calendario y estaba seguro…
LOLITA.—Sería el del año pasado.
PEPE.—(Terco) No, era el de este año.
LOLITA.—Sería del mes pasado. (Pepe niega con la cabeza, segurísimo. Ella decide cambiar de táctica y le sonríe muy coqueta) Pepe, es que estoy tan cansada. Con tantas emociones, el matrimonio civil, temprano, luego el religioso, la gente, los regalos, las felicitaciones. (Se acerca a él y le acaricia el pelo, quiere besarlo) Este no es un día como todos.
PEPE.—(Con la cara muy cerca de la de ella) El calendario era de este mes y de este año.
LOLITA.—Pepe… volveremos mañana. Ahora estoy tan… tan cansada.
PEPE.—(Sonríe y la abraza, parece que va a besarla cuando…) Mira, ya salió la luna, se ve que estaba tapada con una nube espesa. (La empuja) Mira Lolita, mira qué maravilla. (Ha salido una luna inmensa que ilumina con claridad de media tarde. Lolita está bastante enojada) Oye, la fotografía no la tomaron de este lado. Vamos para allá, ese es el lado más bonito. (La empuja) Mira, pero fíjate. ¡Apaga la linterna que ya no nos sirve para nada! (Los vemos salir, ella va viendo el suelo y tropezando, él camina de prisa, más adelante que ella y muy entusiasmado)
Una pausa, entra el velador, Ramón. Viene armado con un rifle y con un atavío muy parecido al de los soldados. Un poco detrás de él viene Lola, su novia, una muchacha de pueblo bastante guapa.
LOLA.—No sé qué tanta prisa tenías de regresar aquí. Luego tengo que volver sola a mi casa y me da mucho miedo.
RAMON.—Usté, Lola, es muy necia. Ya sabe que me pagan por estar aquí.
LOLA.—Sí, sentado y sin hacer nada.
RAMON.—¿Qué no sabe que aquí viene la gente a robarse las piedras? Luego me echan la culpa a mí… hasta me pueden meter a la cárcel.
LOLA.—Mentiras. Lo que quieres es que me vean volver sola a las doce de la noche y empiecen a hablar de mí.
RAMON.—¿Para qué había yo de querer que hablen de usted?
LOLA.—Pues para que ya no me enamore nadie.
RAMON.—(Con celos, muy evidentes) ¿Y quién quería usted que la enamorara?
LOLA.—Nadie, pero así todos saben que tú y yo…
RAMON.—¿Le importa mucho que lo sepan?
LOLA.—No. Pero como todavía no le has dicho a nadie que te quieres casar conmigo…
RAMON.—¿A quién se lo voy a decir? ¿No le basta con que se lo diga a usted?
LOLA.—(Tierna) Sí. (Se abrazan y van a besarse cuando se oye la voz de Pepe)
PEPE.—¡Lolita! ¡Lolita! ¿Qué sucede? ¡Ven!
Ramón se alarma, levanta el rifle que había dejado a un lado al mismo tiempo que, enfurecido, sacude a Lola por un brazo.
RAMON.—¡Ahi está uno que la venía siguiendo! ¡Por eso no quería llegar hasta acá! (Lola está demudada, no sabe qué decir) Por eso me estaba diciendo que si se sabía que era usted mi novia ya no la iba a querer nadie. (Lola trata de hablar pero él no la deja) Ahora va a ver los líos en que se meten las mujeres pérfidas. A ese le voy a dar un balazo para que se le quiten las ganas de andar siguiéndome…
LOLA. —Oye, Ramón, pero si a mí…
RAMON. — ¡Cállese! ¿Cree que no oí cómo le gritó por su nombre? Usted quiere que yo sea sordo.
LOLA. —A mí nadie me dice Lolita.
RAMON.—A mí tampoco.
PEPE.—(A lo lejos) ¡Lola! ¿Dónde estás? No seas tonta, mujer.
RAMON.—¿Ya oyó cómo le dice Lola? (Se adelanta, sin soltar el rifle) ¡Esta vez me las paga! (Oímos unos pasos apresurados y aparece Lolita. Ramón lepone el rifle enfrente y grita) ¡Alto!
Lolita se detiene aterrorizada y empieza a sollozar. Ramón baja el rifle sorprendido y con cierta admiración por la muchacha. Lola mira con envidia, el vestido, el peinado.
LOLA. —Será una ladrona.
LOLITA. — (Entre lágrimas, pero escandalizada) ¿Yo?
RAMON. —(A Lola) Déjeme que hable yo.
LOLA. — (Terca) Sí, ha de ser una ladrona.
LOLITA. —Pero, ¿de qué?
RAMON. — (Muy suave) Sabe, señorita, que yo soy el vigilante. Para que no se roben las piedras.
LOLITA. — ¿Las piedras?
LOLA. — No se haga la que no sabe. (A una mirada de reproche de Ramón) Tú me dijiste que las gentes venían aquí a robarse las…
RAMON. —Yo no le dije nada. (Lola te da una mirada de indignación)
LOLITA. —(Muy superior) Mire señora, yo tengo dinero suficiente para comprar todas las piedras que quiera.
RAMON. —(Con un poco de fastidio) Entonces, ¿las quiere comprar?
LOLITA. —No, claro que no. Yo, ¿para qué las quiero?
LOLA. —(Dándole un codazo) ¿Ya ves?
RAMON.—(Contempla a Lolita con placer) Dígame señorita, ¿qué hacía aquí tan tarde?
Lolíta hace un puchero.
LOLA.—Dígaselo porque si no la llevan a la cárcel.
LOLITA.—¿Por qué?
RAMON.—(Sumamente galante) Sabe que… está prohibido entrar aquí de noche.
LOLITA.—(Con rabia) ¡Me lo imaginaba!
LOLA.—(Violenta) Entonces, ¿para qué entró?
LOLITA.—(Furiosa) ¿Y a usted qué le importa? El señor es el vigilante, no usted.
RAMON.—Mire señorita, yo…
LOLITA.—Usted me lleva a la cárcel y yo le hablo por teléfono a mi papá y ya verá cómo le va. Le aseguro que le quitan el empleo.
RAMON.—(Dudoso) ¿Quién es su papá?
LOLITA.—Un… un señor.
Lola se suelta una carcajada prolongada y burlesca. Lolita se le echa encima y empieza a sacudiría. Las dos gritan. Ramón tira el rifle y quiere separarías.
LOLA.—Ay, ay. Vieja loca…
LOLITA.—Pero ¿quién se ha creído que es usted? Pero quién…
Pepe aparece caminando despacio y mira con calma la escena. Lolita lo mira y cambia su expresión de ferocidad por una muy indefensa, suelta a Lola y corre hacía él sollozando dulcemente.
LOLITA.—Mira mi amor cómo me puso los brazos esa mujer. Tiene unas manos como tenazas y yo… no le hice nada.
Lola, mientras tanto, se examina los brazos, con ira contenida. Ramón observa un tanto asombrado la reacción de Lolita y acumula un poco de rencor contra Pepe.
PEPE.—(Muy tranquilo) Dime mi amor, ¿por qué te portas así? No es bonito atacar a las personas. Anda, cuéntame, ¿por qué te le echaste encima a la señorita…?
LOLITA.—(Lívida de rabia al verse descubierta) ¿Yo? ¿qué estás diciendo?
RAMON.—(Muy decidido) Mire señor, está prohibido entrar aquí de noche. Estas ruinas son del gobierno y… Hágame el favor de decirme qué estaban haciendo aquí.
LOLITA.—(Reivindicándose) Lo que quiere decir es que nos iban a meter a la cárcel,
PEPE.—(Mundano) Puedo explicarlo perfectamente. Se trata de un día muy especial…
LOLITA.—(Todavía en plan de reivindicación) Se lo explicaré yo. Nos casamos hoy en la mañana y estamos de luna de miel. Antes de ir al hotel…
PEPE.—(Fulminándola con la mirada) Veníamos en coche y yo había pensado, antes de ir al hotel, que a mi esposa le gustaría…
LOLITA.—No es cierto, yo te dije muy claro que a mí lo que me interesaba…
LOLA.—Mételos a la cárcel, Ramón.
LOLITA.—(Haciendo dengues, enojada con todo el mundo) Sabe usted que mi esposo había leído en una revista que descubrieron estas ruinas y antes de ir a dormir se le ocurrió pasar a verlas, porque parece que no podía esperar ni un día, yo le dije muy claro que prefería ir al hotel, pero él insistió y por eso…
Pepe está en el colmo de la indignación y de la vergüenza, podría ahogar a su mujer, Lola y Ramón se miran con un poco de burla.
RAMON.—¿Y qué más?
LOLITA.—(Aturdida, no sabe qué ha dicho) Pues eso, que pensó que a mí me divertiría mucho ver las ruinas antes de… (Ante las obvias miradas de burlade los otros) ¿Verdad Pepe?
PEPE.—(Serio, muerto de coraje) No se trata de eso. Les aseguro que no es cierto nada de lo que ella ha dicho.
RAMON.—Bueno, señor. Díganos qué estaban haciendo.
LOLITA.—(Que se ha quedado pensando y empieza a alarmarse) Si eso no es cierto, ¿para qué me trajiste? Yo dije varias veces que prefería…
PEPE.—(Después de darle una mirada durísima) Vine por motivos estrictamente personales que sería inútil explicar.
RAMON.—El caso es que está prohibido entrar y ustedes han cometido un delito.
PEPE.—¿Desde cuándo es delito ver?
LOLA.—Ver no pero dicen que se andan robando las piedras.
PEPE.—(Muy mundano, de nuevo) Pueden ustedes registrarme, no me he llevado nada.
RAMON.—(Fastidiado) Oiga señor, ¿qué no sabe leer? (Señala los letreros)
LOLITA.—(Con el rostro descompuesto) Pepe, ¿para qué me trajiste?
PEPE.—Sí sé leer, pero con el entusiasmo del momento…
RAMON.—(Levantando el rifle del suelo) Bueno, ya vámonos a la comisarla.
LOLITA.—(Coqueta, repentinamente) Señor vigilante. Usted no puede hacernos eso. (Recuerda lo que verdaderamente la preocupa) Pepe, ¿para qué…
PEPE.—(Sacando la cartera, de nuevo el hombre de mundo) ¿Cuánto quiere? (Ramón duda un momento pero Lolita se interpone)
LOLITA.—No le des nada, no seas tonto. Si no se puede entrar en las ruinas, (señalando a Lola) ¿qué está haciendo ésta aquí?
LOLA.—Me llamo Lola.
LOLITA.—Yo también me llamo… Pues sí, si usted vigilante nos lleva a la comisarla, nosotros lo acusamos de dejar entrar mujeres en las ruinas, para que luego se lleven las piedras y ustedes digan que es la gente que pasa.
LOLA.—(Orgullosa) Es que yo soy su novia, ¿verdad, Ramón?
LOLITA.—Peor les va a parecer que traiga aquí a sus novias para…
RAMON.—(Decidido) La señorita no es mi novia. Apenas si la conozco. Pasaba por aquí cuando…
LOLA.—¿Qué estás diciendo?
PEPE.—Bueno, bueno, nosotros tenemos que irnos.
LOLITA.—Ahora vas a salir con que tenemos mucha prisa.
LOLA.—(A Ramón) ¿Y si no soy su novia, por qué se puso celoso cuando éste andaba gritando mi nombre?
RAMON.—Qué celoso ni qué nada, si yo creía que esta señorita andaba sola. (Con mucha prisa) Mire señor, son cincuenta pesos.
PEPE.—(Busca en su cartera y saca el billete) Eso es hablar.
LOLITA.—(Se interpone) Mi papá me ha dicho que eso es una inmoralidad. (Adelantándose) Por mí, podemos ir inmediatamente a la comisaría, ándele, llévenos.
LOLA.—Lléveselos, que al fin a usted no le importa nada.. . (Furiosa) Ya me voy y luego no me ande buscando porque…
PEPE.—(Rápido, haciendo a un lado a su mujer) Tome los cincuenta pesos y basta. (Se los pone en la mano)
RAMON.—(A Lola que se aleja) ¡Venga acá! No se haga la ofendida porque si no me la llevo a la comisaría a usted.
LOLA.—(Regresando) ¡Lléveme si puede! (Se le para enfrente con los puños sobre la cintura)
RAMON.—(Ligeramente contrito) Oiga, Lolita…
LOLA.—No me diga Lolita, Lolita es aquella.
LOLITA.—(Rápido) A mí me dicen Dolores.
PEPE.—(Impaciente) Dije que bastaba. (Agarrándola de un brazo con cierta violencia) ¿No tenías tantas ganas de irte. Pues vámonos. (Ella se aparta)
RAMON.—Yo creía que no quería que nadie supiera que era mi novia, por eso…
LOLA.—¡Convenenciero! ¡Sinvergüenza! (Se va acercando a Lolita)
PEPE.—(Fuera de sí) ¡Vámonos, vámonos a dormir!
RAMON,—La convenenciera es usted.
LOLITA.—(A los dos) Son unos groseros. Yo no me voy.
PEPE.—¿Qué?
LOLA.—Por eso siempre me está hablando de usted, para que nadie lo sepa, porque ha de tener otra.
LOLITA.—Eso es, ¡Os dos han de tener otra.
PEPE.—¿Qué estás diciendo?
LOLITA.—Que de aquí no me muevo. (A Lola, buscando protección) ¿Verdad que usted tampoco?
RAMON.—(A Lola) Usted dijo que ya se iba.
LOLA.—¿Quiere que me vaya?
RAMON.—No, no quiero, si no le estoy diciendo eso, es que usted no entiende.
Pepe y Ramón se observan, es una mirada de profunda comprensión.
RAMON.—¿Qué le parece si las dejamos aquí y nos vamos a tomar una cerveza? Yo lo invito.
PEPE.—(Dudando ante una mirada desesperada de su mujer) Oiga … no.(Ramón se encoge de hombros. Pepe, muy dulce, a Lolita:) Dime Lolita, ¿por qué no quieres irte?
LOLITA.—(Haciendo mohines, bajo)No me voy hasta que me digas para qué me trajiste aquí.
PEPE.—(Con un gesto de asco) ¿Que para qué…?
LOLITA.—Sí, dímelo aquí, delante de todos.
PEPE.—(Se sienta en una piedra, piensa y al fin se decide) ¿Sabes por qué? ¡Por animal, por estúpido, por ser un soberano idiota! (Ella lo mira más contenta) ¿Ya?
LOLITA.—¿Lo dices en serio? (El mueve la cabeza afirmativamente) Ya. (Se pone en pie y se le acerca)
PEPE.—(Pasándole el brazo por la cintura) ¿Nos vamos?
LOLITA.—Sí, mi amor. (Se vuelven al mismo tiempo a los otros)
PEPE.—Buenas noches.
LOLITA.—(Riendo) Muy, muy buenas noches.
Se alejan y los otros los miran sin contestar.
RAMON.—Lola.
LOLA.—Ya váyase a tomar su cerveza.
RAMON.—¿Qué quiere que le diga para que se contente?
LOLA.—(Después de pensar un momento) Quiero que me diga que usted también es un animal.
RAMON.—Que yo…
LOLA.—Sí.
RAMON.—(Convencido a medías) Pues… sí… yo también he de ser un animal. (Lolita se le echa en los brazos) Lolita…
LOLA.—Dígame Dolores. (Se besan)
FIN
* Tomado de Emilio Carballido, Teatro para adolescentes, México: Editores Mexicanos Unidos/ SEP, 1985, pp. 103-116.
miércoles, 5 de febrero de 2014
Poema "La muralla"
Les dejo este bello poema de Nicolás Guillén, que es magistralmente interpretado por Quilapayún e Inti Illimani.
Saludos
La muralla
Para hacer esta muralla,
tráiganme todas las manos:
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Ay,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte.
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—Una rosa y un clavel…
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El sable del coronel…
—¡Cierra la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—La paloma y el laurel…
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El alacrán y el ciempiés…
—¡Cierra la muralla!
Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la hierbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla…
Alcemos una muralla
juntando todas las manos:
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte…
Tomado de La paloma de vuelo popular, en Obra poética 1920-1972, La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1972.
Saludos
Lecturas
Les dejo lecturas.
Pablo Neruda
Saludos
Lectura
1:
La
contaminación Atmosférica.
I
¿Qué es la contaminación atmosférica? La contaminación atmosférica es la alteración de la composición de la
atmósfera. La atmósfera se contamina al introducir en ella sustancias distintas
de las que la forman o al modificar las cantidades (porcentaje) en que se
hallan sus componentes. La contaminación atmosférica puede afectar tanto a
escala global, como local. Se denomina también contaminación a la impregnación
del aire, el agua o el suelo con Productos que afectan a la salud del hombre,
la calidad de vida o el funcionamiento
natural de los ecosistemas.
II
Las fuentes de los principales contaminantes atmosféricos. Los principales agentes de contaminación incluyen las actividades como
conducir un coche, y las actividades industriales, como la fabricación de
productos o la generación de
electricidad.
Las partículas en suspensión (plomo) emitidas en forma de gases por los escapes
de los automóviles, y la quema de residuos industriales, desechan sustancias
llamadas monóxido de carbono (CO) y dióxido de carbono (CO2) cuya concentración
en la atmósfera sea el causante más asociado con el llamado Efecto Invernadero
que ha provocado el aumento global de la temperatura en el mundo.
III
Lluvia ácida. ¿Cómo se forma la lluvia
ácida? a. Las centrales eléctricas, fabricas, chimeneas, caños de escape de
vehículos, calderas y el fuego que se enciende para cocinar o calentar hogares
producen gases ácidos. b. Estos gases suben al aire y se disuelven en el agua
de las nubes, que forman gotas de lluvia ácidas. c. El viento transporta la
lluvia ácida a cientos de kilómetros. d. Cuando la lluvia ácida cae, la absorbe
el suelo, dañando el agua de las plantas y los animales.
IV
La capa de ozono. El ozono forma parte de las
capas superiores de la atmósfera (lo encontramos en la estratosfera a unos 25
kilómetros de altura) y ayuda a filtrar los rayos ultravioleta provenientes del
Sol y evita que el 90% de la radiación solar
ultravioleta
atraviese la atmósfera y cause algún daño en las cosechas o en las células de
los organismos vivos. Los principales causantes de la alteración de la capa de
ozono son sustancias llamadas clorofluorocarbonos. El aumento de radiación
ultravioleta daña a los animales terrestres y acuáticos y a las plantas. Puede
reducir la vida silvestre, las cosechas y los organismos marinos. Los altos
niveles de rayos ultravioleta también podrían perjudicar el plancton, la base
de la cadena alimenticia de los océanos. Una importante reducción en los
niveles de plancton podría provocar pérdidas catastróficas de otras formas de
vida marina.
V
Acciones contra la contaminación. Muchos países
tienen normas sobre la calidad del aire con respecto a las sustancias peligrosas
que pueda contener, han establecido normas para limitar las emisiones
contaminantes del aire que producen las diferentes fuentes de contaminación. En
marzo de 1985, en una convención auspiciada por las Naciones Unidas, 49 países
acordaron proteger la capa de ozono. En el Protocolo de Montreal, renegociado
en 1990 y 1992, se establecieron los calendarios de reducción progresiva de los
clorofluorocarbonos (CFCs) y las ayudas a los países en vías de desarrollo para
realizar esta eliminación. En diciembre de 1997 se celebró en Japón la Tercera
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático donde más de 160
países adoptaron el denominado Protocolo de Kioto. El Protocolo de Kioto entró
en vigor en febrero de 2005.
VI
Algunos efectos de la contaminación. Las altas
concentraciones de contaminantes pueden llevar a concentraciones elevadas de
productos peligrosos en áreas de alta contaminación y, en casos extremos,
producir enfermedades e incluso la muerte. En 1948 una inversión térmica sobre
Donora, Pennsylvania, produjo enfermedades respiratorias en más de 6 000 personas,
ocasionando la muerte de veinte de ellas. En Londres, la contaminación segó
entre 3 500 y 4 000 vidas en 1952, y otras 700 en 1962. En diciembre de 1984,
la liberación, de unas 40 toneladas de isocianato de metilo como consecuencia
de un accidente
ocurrido en
una fábrica de pesticidas, a la atmósfera, durante una inversión térmica, fue
la causa del desastre de la región de Bhopāl, en la India, que produjo, durante
las primeras semanas, al menos 6 000 muertes (aunque posteriormente la cifra ascendió
a más de 16 000 víctimas mortales) y más de 500 000 afectados.
VII
Una de las
causas principales del llamado efecto invernadero se atribuye a la alta
concentración atmosférica de gases como el anhidrido carbónico y el metano. El
calor de la Tierra queda atrapado en la atmósfera en lugar de irradiar al
espacio, con lo que se produce una elevación de la temperatura atmosférica. El
efecto resultante permite la entrada de la energía solar, pero reduce la
remisión de rayos infrarrojos al espacio exterior, genera una tendencia al
calentamiento que podría afectar al clima global y llevar al deshielo parcial o
total de los casquetes polares. Otra consecuencia grave de este fenómeno es la
disminución de la capa de ozono de la atmósfera que bloquea los rayos
ultravioleta (UV). Los agujeros de ozono se deben a la destrucción de moléculas
de ozono, esta situación podría representar unos 300 000 nuevos casos de cáncer
de piel y 1.6 millones de casos de cataratas oculares.
Lectura 2:
El Tesoro escondido
Cuenta una
antigua leyenda paraguaya que si en tu casa escuchas ruidos extraños, oyes
ruidos de cadenas o ves un espectro deambulando es porque cerca, muy cerca, hay
un tesoro escondido. Esto le ocurrió a Dionisio. Él y su
familia se
establecieron en una localidad llamada Campo Nuevo. Comenzaron a construir su
casa y pronto empezaron a escuchar ruidos extraños, aullidos y voces
misteriosas. En una ocasión una sombra empujó a Dionisio de su bicicleta unos
metros, y en otra, un espectro sacudió fuertemente un naranjo hasta hacer caer
casi todos los frutos.
Una noche
escucharon un fuerte golpe en la puerta de entrada. Dionisio se levantó de la
cama para ver qué ocurría. Una sombra envuelta en niebla se paseaba por el
frente de la casa. El miedo se apoderó de la familia y pensaron seriamente en
abandonar la finca ya que no podían pegar un ojo en toda la noche. Se encerraban
cuando llegaba la noche y no se animaban a salir hasta que saliera el sol.
Dionisio,
que había escuchado la leyenda pero nunca había creído en ella, comenzó a
pensar que seguramente había un tesoro escondido en su propiedad. Ellos eran
humildes y un hallazgo de esa naturaleza podría dar lugar a una
oportunidad
de progreso para toda la familia. La casa había quedado sin terminar por falta
de recursos. La cosecha de algodón no había sido buena y apenas les alcanzaba
el dinero para pagar la comida. Su mujer, Azucena, lloraba y sus
hijos
querían mudarse. No soportaban la idea de convivir con esas presencias
misteriosas. Azucena tenía un gallinero con varias gallinas, tres perros y dos
gatos. Una noche en que los aullidos envolvieron la casa, escucharon cacarear a
las
gallinas, ladrar a los perros y maullar a los gatos con un vigor fuera de lo
común.
Azucena,
que estaba sola con sus hijos temiendo que algún espectro pudiera entrar a la
casa, amontonó varios muebles contra la puerta. Al día siguiente tres gallinas,
uno de los perros y los dos gatos habían desaparecido.
Los
animales que se esfumaron eran todos blancos. Al fantasma, por lo visto, no le
gustaban los animales de color blanco. Dionisio, que era muy valiente, al día
siguiente compró una pala y comenzó a cavar. La finca era grande y avanzaba
lentamente.
Entonces
pidió ayuda a dos de sus primos y entre todos dieron vuelta el terreno con
picos y palas. Los aullidos y las voces se agudizaban por las noches. Su mujer
quería marcharse con sus hijos, pero el entusiasmo y la valentía de
Dionisio
por descubrir las riquezas los calmaba por lo menos durante el día. Dionisio
sabía también, por las historias que había escuchado hasta entonces, que sólo
una persona debería encontrar el tesoro. La leyenda decía que si más de
una persona
veía el tesoro, éste desaparecería ante sus ojos. Cansados de cavar, estaban a
punto de abandonar la búsqueda cuando se les ocurrió mirar hacia unos arbustos.
Una luz resplandeciente, mezcla de bruma y sol, los envolvía. Los arrancaron
rápidamente. Aunque estaban cansados, continuaron paleando con entusiasmo. Allí
encontraron un envoltorio hecho con sábanas de hilo ajadas y sucias. En su
interior había una antigua ollita de hierro con tapa. Y dentro de la ollita un
puñado de relucientes monedas españolas de oro.
Dionisio y
sus dos primos contemplaron embelesados el hallazgo. No podían creer lo que
estaban viendo. Al instante, la ollita y todo su contenido se transformó en
carbón esfumándose de su vista. Dionisio haciendo caso a la antigua leyenda,
les dijo a sus primos que se marcharan para continuar cavando solo. Esa noche
no pudieron dormir. Los fantasmas golpearon las puertas y ventanas,
sacudiéndolas. con una potencia increíble. Era una fuerza sobrenatural que
hacía temblar toda la casa. Al día siguiente, Dionisio tomó la pala y cavó más
profundamente en el mismo lugar con la esperanza de encontrar algo más. En el
mismo lugar apareció otro envoltorio. Era un baúl de madera envuelto con varias
capas de tela. Seguramente sábanas, pero estaban deterioradas por la humedad y
el paso del tiempo. El baúl estaba cerrado con un candado de hierro muy
oxidado. Dionisio no tardó en quebrarlo con una tenaza. Al abrirlo se desplegó
el fruto de tanto esfuerzo. El baúl contenía muchas alhajas. Había collares,
diademas, aros y pulseras.
Todos de
oro antiguo. Muchos engarzados con piedras preciosas de maravillosos colores.
Un tesoro de valor incalculable. En esta oportunidad estaba solo. Esperó un
tiempo para asegurarse que no desaparecería. El tesoro continuó ante su vista
sin desaparecer, tal cual narra la leyenda. Comunicó la noticia a su familia y
a sus primos, que alborozados festejaron el hallazgo. Las sombras y los
aullidos se retiraron de la casa. Volvieron a aparecer las gallinas, el perro y
los dos gatos. Los fantasmas ya no tenían que custodiar su tesoro. No sabemos
adónde fueron a
parar,
seguramente se retiraron a descansar, después de tantos años de vagar en las
sombras custodiando su fortuna.
Hay
infinidad de leyendas cuyo origen está centrado en la guerra del Paraguay. En
ese entonces, ante el avance del ejército enemigo, familias enteras debían
desplazarse dejando atrás sus propiedades y sus pertenencias. Como no podían
llevar todo a cuestas, muchas familias optaban por enterrar sus tesoros en el
campo para volver a recuperarlos cuando la guerra hubiera terminado. Éstos
consistían mayormente en monedas de oro y alhajas con piedras preciosas
de altísimo
valor. Llevarlos consigo también era un gran riesgo ya que estaban a la merced
de rateros y ladrones.
Muchos
volvieron y desenterraron sus pertenencias, pero muchos otros murieron en la
guerra y sus tesoros quedaron ocultos en el campo. Nuevas familias se
establecieron y nadie sabía dónde estaban ocultos esos tesoros. Pero dicen que
si por la noche se escuchan alaridos, ruidos de cadenas o ves sombras
escondidas, es que las almas de los antiguos moradores están custodiando sus
tesoros y si buscas bien seguramente encontrarás un tesoro escondido.
Lectura 3:
LA NUTRICIÓN EN EL
ADOLESCENTE
I
Este crecimiento es
principalmente para la producción de músculo en los muchachos y tejido graso en
las mujeres, así como del crecimiento de otros órganos. La mujer experimenta su
mayor crecimiento en estatura entre los 10 y 13 años, mientras que en los hombres
es 2 años después, entre los 12 y 15.
II
Tus necesidades de
energía, vitaminas y minerales se incrementan en comparación con lo que
consumías anteriormente. La energía la proporcionan tres nutrimentos: las
proteínas, los carbohidratos y las grasas. La dieta que necesitas debe ser
suficiente en energía, equilibrada, completa, variada e higiénica. Cuando se
dice que debe ser suficiente en energía se refiere a que tenga la cantidad
adecuada de kilocalorías (unidad que mide energía) para cubrir tus necesidades
de crecimiento. Para calcular las kilocalorías que debes consumir se toma en
cuenta tu estatura y la actividad física que desempeñas. La actividad que
desempeñes varía según su tipo (ligera, moderada o intensa) y el tiempo que le
dediques. Se calcula que una adolescente de 12 años debe consumir 2600 kcal y
un adolescente de 16 años, aproximadamente 3400. Cuando se dice que debe ser
completa se está hablando de que debes consumir diariamente alimentos de 3
grupos. Los grupos de alimentos son 1) cereales y tubérculos; 2) frutas y
verduras y 3) proteínas de origen animal y leguminoso. Observa la pirámide que
representa esta proporción.
III
Existen además otras
recomendaciones como comer al menos tres veces al día: desayuno, comida y cena
y no saltarte algún alimento, porque tu nutrición se desequilibra. Entre las
vitaminas a las que debes poner mayor atención se encuentran las del complejo
B, que ayudan al adecuado crecimiento y se encuentran en productos de origen
animal, como vísceras, huevo, lácteos, carne magra (sin grasa) y leguminosas
(frijol, garbanzo).
IV
Dentro de los minerales que son
importantes en esta etapa están: el hierro, que se encuentra en la carne de
res, hígado, avena, huevo, nuez, espinacas y frijol. Este mineral es importante
para formar glóbulos rojos, necesarios para transportar oxígeno y reponer la
sangre perdida durante la menstruación en las mujeres y formar músculo en los
hombres. El calcio es necesario para el crecimiento esquelético y para prevenir
la osteoporosis en la vida adulta; los alimentos ricos en calcio son los
productos lácteos, la tortilla y las sardinas. Finalmente, el cinc se encuentra
en productos animales como los mariscos, la carne, pollo y cereales integrales.
El cinc participa en muchas funciones en el organismo como es el crecimiento a
lo largo y la maduración sexual. Y además influye sobre la etapa de
reproducción como es el embarazo.
Lectura
4:
Letargo
Onofre Castells
A pesar de los últimos y agonizantes
rayos de sol, el calor sofocante se filtraba por todos los recovecos de la
ciudad, salvándose únicamente de aquel castigo infernal, los oasis auspiciados
por los aires acondicionados y los climatizadores. Bajo el cielo purpúreo del
anochecer, en la ciudad dormitorio se alzaban bloques de hormigón que brotaban,
sin un orden aparente, de un suelo cada vez más costoso y, al mismo tiempo, más
yermo. La luz artificial empezó a sesgar la oscuridad que lenta e
inexorablemente se cernía sobre el barrio, privando a los habitantes de
aquellos monolitos verticales, la visión del manto de estrellas del firmamento.
Las cocinas eran ahora las protagonistas de la noche. Sartenes y ollas se
convertían en el centro de atención de miles de habitantes de aquel hormiguero
humano. Alejandra, con un derrame en su ojo izquierdo y con los labios
ensangrentados, preparaba la cena para su hija Inés y para su marido Ignacio.
Las lágrimas afloraron irremediablemente, dificultando la visión de los objetos
que la rodeaban. La mujer se recogió el pelo rizado con una goma elástica y
escupió sangre en la pila. Su corazón palpitaba con fuerza y, una cada vez
mayor sensación de ahogo se apoderaba de ella. El sudor afloraba en su flaco y
lánguido cuerpo. El calor era asfixiante. Se sirvió un vaso de agua y
sosteniéndolo con la mano temblorosa, empezó a beber lentamente. Algo frío e
inhumano rozó levemente su espalda desnuda. El vaso se precipitó al suelo
rompiéndose en mil pedazos, desparramando el agua sobre las grises baldosas.
–Mala mujer, si no eres mía, no serás de nadie, te voy a matar –Murmuró
pausadamente Ignacio al mismo tiempo que apuntaba con una escopeta de caza la
espalda de la mujer. Las piernas de Alejandra apenas sostenían su castigado y
debilitado cuerpo. No podía casi respirar, era incapaz de articular palabra
alguna. Su mano derecha se apoyó sobre el frío mármol de la cocina, cerró los
ojos sumergiéndose en la oscuridad y esperó a que el verdugo ejecutara su
voluntad. Un grito desgarrador de Ignacio a espaldas de Alejandra hizo que la
mujer abriera los ojos. Ella esperaba oír un disparo y caer muerta en ese
instante, pero aquel aullido de animal herido la sacó de su maléfico letargo.
Alejandra se dio media vuelta y con espanto vio a su marido intentando extraer
una navaja suiza clavada en su pie izquierdo, al mismo tiempo que gritaba y
maldecía. El arma de fuego estaba tendida en el suelo, y detrás de Ignacio, la
pequeña Inés gravaba la escena con una cámara digital, sosteniendo el artilugio
con sus manos manchadas en sangre. La madre observó de hito en hito la escena;
el padre intentando sacarse el cuchillo de su pie y la hija filmando aquel
horror. Ignacio se vio incapaz de liberarse de la navaja, optó por volver a
coger la escopeta, y fue entonces cuando un golpe seco y metálico en su cabeza,
le dejó inconsciente en el piso de la cocina. Alejandra, aún con el cazo en la mano,
observó los ojos negros y vidriosos de la niña. Inés, la pequeña de once años,
dejó la cámara en el suelo y corrió hacia la madre llorando, buscando refugio
en los brazos de la mujer. -No serás una más, no serás una más… -Dijo entre
sollozos la niña.
Lectura
5:
TEXTOS
DIVERSOS.
1.
"-
¡Pero, doctorcito, si usted no opera a mi mujer se va a morir! - Y si yo opero
gratuitamente me moriré de hambre chamulita. Todo lo que puedo decirte es que
una operación como ésta cuesta trescientos pesos. Sólo para demostrarte que no
soy un malvado capaz de dejar morir a alguien, aun cuando sea la mujer de un
indio ignorante, procuraré ayudarte: te cobraré nada más que doscientos pesos.
Es un precio escandaloso y me expongo a que me echen de la sociedad (de
médicos) por bajar tanto la tarifa. Así, pues, te cobraré solamente doscientos
pesos; pero es necesario que me traigas el dinero a más tardar dentro de tres
horas, pues de otro modo la operación sería inútil. No voy a decirte cosas
bonitas ni a hacer una operación por amor al arte. Si tomo tu dinero te daré en
cambio mi trabajo y devolveré la salud a tu mujer. Si no sale bien de la
operación no te cobraré. Esto es lo más que puedo hacer. Tú no regalas ni tu
maíz, ni tu algodón, ni tus puercos, ¿verdad? Entonces, ¿por qué quieres que yo
te regale mi trabajo y mis medicamentos?
La
rebelión de los colgados: Bruno Traven
2.
"Después
de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla
de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros. Uno ha creído a
veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se
podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas
y de arroyos secos. Pero si, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los
perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la
gente como si fuera una esperanza. Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el
viento el que lo acerca. Hemos venido caminando desde el amanecer. Ahorita son
algo así como las cuatro de la tarde. Alguien se asoma al cielo, estira los
ojos hacia donde está colgado el sol y dice: —Son como las cuatro de la tarde.
Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino, Esteban y yo. Somos
cuatro. Yo los cuento: dos adelante, otros dos atrás. Miro más atrás y no veo a
nadie. Entonces me digo: "Somos cuatro." Hace rato, como a eso de las
once, éramos veintitantos; pero puñito a puñito se han ido desperdigando hasta
quedar nada más este nudo que somos nosotros.
Nos
han dado la tierra: Juan Rulfo
3.
"Nuestros
cuatro amigos: Jumbol, Gozno, Piripina y Comelón juegan, se recuestan en la
arena, nadan en el mar de cartón (echados de barriga en banquillos escondidos
detrás de las olas) y conversan animadamente. JUMBOL: (al público) Me llamo
Jumbol y nací en una de las pequeñas islas que se encuentran en la Bahía de
Pisco, llamadas Ballestas. Tengo muchos amigos, otros pingüinos como yo:
Comelón, Piripina y Gozno. (Los señala con la mano) Ellos tres son mis mejores
amigos. GOZNO: (bramando) ¡Si pudiera ir al Polo Sur a ver a mis parientes!
COMELON: (gritando)¡Quisiera viajar a la Tierra Austral a comer krill!
PIRIPINA: (lamentándose) ¡Es tan, pero tan lejos, en medio de hielos, témpanos,
soledades y neblinas!"
Aventuras en la Antártida: Adriana Alarco de
Zadra
4.
Desde
el fondo de ti, y arrodillado, un niño triste, como yo, nos mira. Por esa vida
que arderá en sus venas tendrían que amarrarse nuestras vidas. Por esas manos,
hijas de tus manos, tendrían que matar las manos mías. Por sus ojos abiertos en
la tierra veré en los tuyos lágrimas un día. Yo no lo quiero, Amada. Para que
nada nos amarre que no nos una nada. Ni la palabra que aromó tu boca, ni lo que
no dijeron las palabras. Ni la fiesta de amor que no tuvimos, ni tus sollozos
junto a la ventana.
Pablo Neruda
Saludos
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