Los signos de puntuación.

  Como sabemos los signos de puntuación se usan en los textos escritos para intentar reproducir la entonación del lenguaje oral (pausas, matices de voz, gestos, cambios de tono, etc.) con objeto de interpretar y comprender correctamente el mensaje escrito.

Los signos de puntuación, por lo tanto, nos permiten expresarnos con claridad y evitar interpretaciones diferentes del mismo texto.

Sabemos que según la Ortografía de la RAE (Real Academia Española) el español cuenta con los siguientes signos de puntuación: “punto”; “coma”; ”punto y coma”; ”dos puntos”; ”puntos suspensivos”; ”signos de interrogación”; ”signos de exclamación”; ”paréntesis”; “corchetes”; “raya”; “comillas”. Pero cuando estos son utilizados sin tener en cuenta el contexto que queremos dar, la interpretación puede ser muy diferente.

Por ejemplo:

Un señor, por ignorancia o malicia, dejó su testamento sin signos de puntuación. Y el texto dice:

“Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás se pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los vagos todo lo dicho es mi deseo”.

El juez encargado de ejecutar el testamento, reunió a los posibles herederos, es decir, al sobrino Juan, al hermano Luis, al sastre y a los vagos y les entregó una copia del confuso testamento con objeto de que le ayudaran a resolver el dilema.

Al día siguiente, cada supuesto heredero aportó al juez una copia del testamento que, según cada uno, ya había colocado los signos de puntuación.

Así, el del sobrino Juan decía:

“Dejo mis bienes a mi sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los vagos. Todo lo dicho es mi deseo.”

Sin embargo, el de su hermano Luis señalaba:

“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¡A mi hermano Luis! Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los vagos. Todo lo dicho es mi deseo.”

El sastre, por su parte, presentó la siguiente redacción con puntuación:

“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? ¡No! ¿A mi hermano Luis? ¡Tampoco, jamás! Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los vagos. Todo lo dicho es mi deseo.”

Los vagos no se quedaron atrás y dijeron que la puntuación debía ser la siguiente:

“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? ¡No! ¿A mi hermano Luis? ¡Tampoco, jamás! ¿Se pagará la cuenta al sastre? ¡Nunca, de ningún modo! ¡Para los vagos todo! Lo dicho es mi deseo.”

Pero habría que ver la redacción y puntuación con la que el juez interpretó el texto:

“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? ¡No! ¿A mi hermano Luis? ¡Tampoco! Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los vagos. Todo lo dicho es mi deseo.”

Así las cosas, el señor juez, ante la imposibilidad de nombrar un heredero, tomó la siguiente decisión: “… por lo que no resultando herederos para esta herencia, yo, el juez, me incauto de ella en nombre del estado y sin más que tratar, queda terminado este asunto.”

El hecho de que sepamos hacer una buena redacción, no permitirá a otras personas que interpreten nuestras ideas como ellos quieran sino como nosotros lo pensamos.

Por ello, al escribir, debemos procurar usar correctamente los signos de puntuación.

¿No les parece?